Unas notas sobre el cambio personal

 
 

CAMBIAR Y NO CAMBIAR

 

 

Somos milagros humanos capaces de un crecimiento infinito.

(Virginia Satir)

 

 

El crecimiento y el cambio personales no siempre resultan algo rápido y fácil de lograr. De hecho, la mayor parte de las veces no es así. Dice Michael J. Mahoney en su libro "Psicoterapia constructiva":

 

"Se debería reconocer algunos hechos innegables:

  • Muchas personas no cambian.
  • De aquellas que cambian, muchas cambian muy poco.
  • Muchas personas no cambian hasta que se ven obligadas a hacerlo.
  • Cambiar es con frecuencia difícil y doloroso.

 

A primera vista, puede que esto sugiera una idea de futilidad o pesimismo. Pero existen otros hechos que también es necesario tener en consideración:

 

  • Muchas personas cambian.
  • Los cambios drásticos o revoluciones personales son cada vez más frecuentes.
  • El cambio intencional y deliberado es posible.
  • Muchos cambios conllevan un compromiso mayor con la vida."

 

 

Muchas personas no cambian.

De aquellas que cambian, algunas cambian muy poco.

 

 

"Muchas personas no cambian, o no cambian mucho, porque somos esencialmente criaturas conservadoras. No es ningún defecto. (…) No sólo buscamos el orden; también lo necesitamos. (…) Las costumbres se transforman en hogares. (…) Los viejos patrones llegan a ser familia. (…) Aun en el caso de que sus consecuencias sean inevitablemente dolorosas, los viejos hábitos confortan. Volver constantemente a los viejos patrones es una realidad frecuente y frustrante para muchas personas que intentan cambiar. (…) Los viejos hábitos llegan a ser santuarios. Su familiaridad nutre su perpetuación."

 

(Extraído del libro "Psicoterapia constructiva", escrito por Michael Mahoney.)

 

 

Muchas personas cambian.

El cambio intencional y deliberado es posible.

 

 

"La complejidad del cerebro ofrece a la mente unas opciones prácticamente infinitas para crearse a sí misma (…). Si nos quedamos atascados en alguna pauta, limitamos nuestro potencial.

(…) Podemos usar el poder de la mente para cambiar las pautas de activación del cerebro, y alterar así nuestros sentimientos, nuestras percepciones y nuestras conductas.

Una de las lecciones prácticas más importantes de la neurociencia moderna es que el poder de dirigir la atención supone la capacidad de alterar las pautas de activación del cerebro, e incluso la arquitectura del cerebro mismo.

(…) A medida que crecemos, las intrincadas combinaciones de influencias genéticas, aleatorias y experienciales que recibe el cerebro van dando forma a lo que denominamos personalidad, y a todos los hábitos, las preferencias, las aversiones y las pautas de respuesta que la definen. (…) Sin embargo, con independencia de nuestras experiencias y del carácter subyacente, la transformación es posible. (…) Centrar la atención de una manera deliberada también es una forma de experiencia, aunque dirigida por uno mismo, que estimula nuevas pautas de activación neural para crear nuevas conexiones sinápticas.

(…) Controlar el poder de la conciencia para estimular estratégicamente la activación del cerebro (…) permite cambiar voluntariamente una pauta de activación establecida de una manera involuntaria."

 

(Extraído del libro "Mindsight", escrito por Daniel J. Siegel)